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Tomas de Aquino.
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Tomas de Aquino (1224-1274) |
Santo Tomás aborda el tema de la
existencia de Dios, procurando conciliar fe y razón; Filosofía y Teología. Su
obra cumbre la Suma Teológica se ha considerado como la mejor muestra del
pensamiento cristiano. En esta obra, estudia el tema de Dios desde dos puntos
de vista: la teología existencial y la teología esencial. Es decir, en primer
lugar se ocupa del tema de la existencia de Dios y en segundo lugar de sus
propiedades o características.
Durante
el siglo XIII, Santo Tomás de Aquino buscó reconciliar la filosofía
Aristotélica con la teología agustiniana. Tomas utilizó tanto la razón como la
fe en el estudio de la metafísica, filosofía, moral y religión. Aunque aceptaba
la existencia de Dios como una cuestión de fe, propuso cinco pruebas de la
existencia de Dios para apoyar tal convicción.
En su
filosofía de la política, a pesar de reconocer el valor positivo de la sociedad
humana, se propone justificar la perfecta racionalidad de la subordinación del
Estado a la Iglesia.
Con
más fortuna que ningún otro teólogo o filósofo, santo Tomás organizó el
conocimiento de su tiempo y lo puso al servicio de su fe. En su esfuerzo para
reconciliar fe con intelecto, creó una síntesis filosófica de las obras y
enseñanzas de Aristóteles y otros sabios clásicos: de san Agustín y otros
Padres de la Iglesia , de Averroes, Avicena, y otros eruditos islámicos, de
pensadores judíos como Maimónides y
Solomon ben Yehuda ibn Gabirol, y
de sus predecesores en la tradición escolástica. Santo Tomás consiguió integrar
en un sistema ordenado el pensamiento de estos autores con las enseñanzas de la
Biblia y la doctrina católica.
Avicena

Avicena negaba la inmortalidad del alma individual. A través de él, Occidente entró en contacto con la doctrina del Intelecto Agente único, común a todos los hombres. En realidad no hacia sino tomar esta idea de Alfarabí. Cada individuo posee un intelecto paciente que, al volverse hacia el intelecto agente, recibe de él las formas inteligibles correspondientes a sus imágenes sensibles. Por la repetición de este esfuerzo se puede adquirir cierta aptitud para recibir la ciencia del intelecto agente.
Cualquier cosa que pensemos, siempre la concebimos como "algo que es". Avicena desdobla la noción de ser en dos: ser necesario (que no tiene causa y por su esencia no puede no existir) y ser posible (que puede existir sólo si es producido por una causa). Por la experiencia conocemos únicamente objetos cuya existencia depende de determinadas causas. Tanto ellos como sus causas son "posibles", no "necesarios". Toda la serie de causas que da existencia a los seres posibles es, también, posible y no necesaria. Y siendo que lo posible es lo que necesita una causa para ser, resulta que si no hubiese más que posibles no existiría nada. Por lo tanto, debe existir un ser necesario, porque si no nada existiría. Este ser necesario es Dios. Dios posee la existencia en virtud de su esencia, en él esencia y existencia son una sola cosa. Por ello no se lo puede definir, no cabe preguntar de él qué es, porque no hay un qué. En todos los demás seres se distingue la esencia de la existencia y, como no existen en virtud de su esencia, Avicena considera que la existencia se les añade como un accidente a su esencia.
Avicena sostiene que la producción del mundo por parte de Dios es eterna. El mundo es un efecto eterno de una causa eterna, Dios.